Vamos a ver el punto de encuentro entre estas dos disciplinas, pero antes te recomendamos que leas dos pequeños artículos que hemos realizado sobre sus orígenes e historia:
Lo primero que llama la atención es el concepto de Hara en el Shiatsu y centro en Pilates. Mismo concepto, misma idea: El Hara o abdomen “es un área importante para el diagnóstico y tratamiento de enfermedades además de un centro poderoso de energía que desarrollan los terapeutas de Shiatsu (“Teoría y práctica del Shiatsu” Carola Beresford- Cooke) En la técnica del Pilates es “el centro energético” el abdomen a partir del cual nos movemos, tenemos que tener un “centro” fuerte para poder movernos con estabilidad, cada movimiento fluye y se inicia desde el centro. Esta idea es válida no sólo para el alumno en la clase sino también para el instructor que está dando la clase. Si el instructor no está en su centro es muy probable que los alumnos no entiendan las instrucciones y la clase se convierta en una clase de gimnasia sin más.
Otro punto muy importante a tener en cuenta en ambas técnicas.
Pilates escribió en “Retorno a la vida a través de la Contrología”: “La respiración es el primer acto de la vida, y el último…ante todo, aprende a respirar correctamente”. Si nos concentramos en la respiración y somos conscientes de ella, estaremos realizando un trabajo desde el interior hacia el exterior, la respiración nos ayudará a encontrar nuestro centro físico y a trabajar con él. Pilates decía: “Incluso si no puedes seguir las instrucciones, comienza a aprender a respirar correctamente. Respirar es un elemento integrado en el movimiento”.
En cuanto a la respiración en el Shiatsu también juega un papel fundamental, el terapeuta, con su observación y contacto con el receptor podrá comprobar a través de la respiración el estado del mismo, si tiene una respiración tranquila, amplia o entrecortada y tensa, sabrá como actuar. Incluso él mismo, el terapeuta, tendrá que trabajar su respiración para hacer una sesión correcta, ya que si él no respira con fluidez y armonía, puede afectar al tratamiento del receptor.
En ambas técnicas el tacto y el contacto son parte fundamental. Está claro en lo que se refiere al Shiatsu, “presión con los dedos” aunque uno de los principios fundamentales de la técnica es “penetración, no presión”. Cuando el Shiatsu se aplica desde el Hara en un estado de relajación la superficie pierde importancia y el receptor se convierte en una fuente de apoyo para el terapeuta, que aprecia la cualidad de ese apoyo a través del cuerpo. De esta forma el receptor también se vuelve consciente de la cualidad del apoyo que su cuerpo proporciona. Se produce así una conexión en la que interviene la percepción del cuerpo en conjunto, tanto del terapeuta como del receptor. Carola Beresford-Cooke distingue entre penetración receptiva: el terapeuta penetra en el espacio de la conciencia del cuerpo del receptor con el fin de establecer una conexión y escuchar. Y penetración activa cuando se trabaja a fondo un punto concreto o tsubo y puede incrementarse en gran medida mediante la intención del terapeuta.
En Pilates el instructor, además de observar debe tocar para ayudar al alumno a interiorizar el movimiento así le hace moverse correctamente con consciencia, no de manera automática. Por eso ese contacto debe ser suave y no forzar la movilidad del alumno. Después ya se va dejando al alumno que ha llevado su consciencia al segmento de su cuerpo que debe mover, a que haga ese movimiento él solo.
El ser humano es movimiento, no el concepto de movimiento sólo como desplazamiento en el espacio. El habla es un acto motor, comer es un acto motor, respirar es un acto motor, el latido cardíaco es un acto motor… Nuestro sistema nervioso es “movimiento”. Es verdad que, en principio, la técnica de Pilates se basa fundamentalmente en el movimiento físico, pero siempre a través de la consciencia del que ejecuta dicho movimiento. No existe una estructura ideal en los humanos, la historia emocional de una persona modifica una forma dada. De ahí que tanto en Pilates como en Shiatsu a la hora de afrontar una sesión, el terapeuta o instructor deberá hacer un “diagnóstico” de la postura, forma de caminar, de moverse, gestos, habla…del cliente, paciente.
El terapeuta de Shiatsu tiene que tener muy claro su objetivo en la sesión e intentar que el tratamiento sea un continuo, una secuencia de movimientos, presiones que el cliente va a sentir de manera muy positiva fluyendo en las transiciones de una zona del cuerpo a otra. Lo mismo ocurre en una sesión de Pilates, aunque enfoquemos la clase en una zona concreta del cuerpo, por ejemplo cintura escapular y hombros, no podemos dejar de lado el resto del cuerpo, si no que tendremos que crear movimientos fluidos que nos lleven a ejercitar todo el cuerpo de la manera más sencilla y cómoda para el cliente.
Como se puede observar hay muchos puntos de unión en ambas técnicas, al final, las dos tienen el mismo fin: el bienestar y la salud, pero no sólo del receptor/alumno, sino también del terapeuta/instructor. En ambas técnicas se unen mente y cuerpo. Un buen instructor de Pilates, un buen terapeuta de Shiatsu, deben estar en buena condición física y mental en el momento de trabajar con un alumno/receptor.
Ambas técnicas se basan en la interrelación entre terapeuta/receptor, en lo que se refiere al Shiatsu, instructor/alumno, en Pilates. Teniendo también muy en cuenta los factores externos que rodean a ambos: medio ambiente, trabajo, familia, relaciones sociales…